Más del 50 % de los hogares sufre estrés económico, según un informe de la UCA

El Observatorio de la Deuda Social alertó sobre el avance de la vulnerabilidad en sectores medios y bajos, con niveles de deterioro que superan los indicadores clásicos de pobreza.

Un nuevo informe de la Universidad Católica Argentina reveló que más de la mitad de los hogares terminó 2024 en situación de estrés económico, el valor más alto desde la pospandemia. Según el estudio, el impacto del ajuste y la inflación acelerada provocó que muchas familias no puedan sostener su nivel de consumo ni generar ahorro, incluso cuando no figuran como pobres en las estadísticas oficiales.

El trabajo del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) introdujo una medición que complementa los indicadores tradicionales: el estrés económico. Este índice permite registrar cómo perciben los hogares su situación cotidiana, sobre todo cuando deben resignar gastos esenciales o viven con incertidumbre permanente. “El ‘no me alcanza’ expresa una realidad que no siempre aparece en los datos objetivos”, explicó Agustín Salvia, coordinador del ODSA.

Los sectores más golpeados son los medios-bajos, donde el nivel de estrés trepó al 35,7 %. En los sectores bajos la cifra fue del 61,5 %, y entre los muy bajos llegó al 75,3 %. Incluso los hogares medio-altos registraron un aumento en esta percepción, que alcanzó su punto más alto desde 2020. El informe también remarca que el estrés económico se disparó entre quienes no presentaban carencias monetarias, lo que confirma la expansión de la crisis hacia sectores que hasta hace poco se consideraban estables.

La situación es especialmente crítica en los hogares con niños: el 54,6 % manifiesta vivir bajo estrés económico, frente al 38 % de aquellos sin menores. También se advierten efectos graves en el acceso a la salud y a medicamentos, en parte por el recorte de prestaciones del PAMI durante 2024. El empobrecimiento, concluye el informe, se ha vuelto transversal y estructural, afectando a capas sociales que históricamente no formaban parte de la pobreza visible.

En ese marco, el ODSA advierte que las cifras de pobreza o indigencia ya no alcanzan para captar la dimensión del deterioro social. “El estrés económico permite visibilizar situaciones de privación que no entran en los parámetros clásicos, pero que deterioran profundamente la calidad de vida”, señala el documento. Más allá de los números, la crisis se cuela en las decisiones diarias de millones de hogares.

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